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Mostrando entradas de julio, 2023

Míster Taylor - Augusto Monterroso

— Menos rara, aunque sin duda más ejemplar  — dijo entonces el otro — , es la historia de Mr. Percy Taylor, cazador de cabezas en la selva amazónica. Se sabe que en 1937 salió de Boston, Massachusetts, en donde había pulido su espíritu hasta el extremo de no tener un centavo. En 1944 aparece por primera vez en América del Sur, en la región del Amazonas, conviviendo con los indígenas de una tribu cuyo nombre no hace falta recordar. Por sus ojeras y su aspecto famélico pronto llegó a ser conocido allí como “el gringo pobre”, y los niños de la escuela hasta lo señalaban con el dedo y le tiraban piedras cuando pasaba con su barba brillante bajo el dorado sol tropical. Pero esto no afligía la humilde condición de Mr. Taylor porque había leído en el primer tomo de las Obras Completas de William G. Knight que si no se siente envidia de los ricos la pobreza no deshonra. En pocas semanas los naturales se acostumbraron a él y a su ropa extravagante. Además, como tenía los ojos azules y un va...

Más allá del espejo - Virgilio Díaz Grullón

Todo comenzó aquella tarde lluviosa de noviembre, cuando visité en compañía de mi esposa una pequeña tienda de antigüedades cerca del puerto en ocasión de nuestro último viaje a la capital. Mientras ella curioseaba unas miniaturas renacentistas y regateaba su precio con el dueño, yo pasé a la trastienda y me dediqué a observar varios espejos que estaban en el suelo, recostados de la pared. Uno entre todos llamó poderosamente mi atención. Era un espejo ovalado, de mediano tamaño, con marco dorado de madera labrada en estilo rococó, en el cual pequeños querubines semidesnudos, de caritas sonrientes, enmarcaban una luna que apenas se adivinaba bajo la espesa capa de polvo que la cubría. Me incliné para limpiarla con el pañuelo y allí mismo, en cuclillas frente a aquel curioso objeto, sentí el primer escalofrío de los que habrían de sacudirme a lo largo de los últimos meses. El rincón en que me hallaba estaba sumido en la semioscuridad y mi visión no podía ser clara. Sin embargo, tuve la i...

La mujer del futuro - Marcelo Birmajer

El chófer de un auto particular me estaba transportando a dar una conferencia en una Comunidad Israelita de zona Oeste, cuando nos detuvo un piquete particularmente violento. Era plena crisis del 2001. Debíamos comenzar la actividad dentro de media hora, y todo parecía indicar que nos consideraríamos afortunados si simplemente podíamos llegar, a la hora que fuera. —Si yo le digo a quien tuve en ese mismo asiento, —me habló por primera vez en el viaje— usted se muere muerto. Me acuerdo porque también quedamos varados rumbo a un encuentro institucional. No me gustó su referencia a la muerte, particularmente en aquellas circunstancias. Pero pudo más mi curiosidad. De hecho, la curiosidad en mi experiencia siempre ha sido una mediadora entre la vida y la muerte: generadora de motivación y riesgo por partes iguales. —Golda Meir —me reveló el septuagenario conductor—. Yo fui el chofer de Golda Meir en Buenos Aires. Hizo una pausa y agregó: —Ya han pasado 50 años —otra pausa—. Exactamente 50 ...

Vampiro - Emilia Pardo Bazán

No se hablaba en el país de otra cosa. ¡Y qué milagro! ¿Sucede todos los días que un setentón vaya al altar con una niña de quince? Así, al pie de la letra: quince y dos meses acababa de cumplir Inesiña, la sobrina del cura de Gondelle, cuando su propio tío, en la iglesia del santuario de Nuestra Señora del Plomo -distante tres leguas de Vilamorta- bendijo su unión con el señor don Fortunato Gayoso, de setenta y siete y medio, según rezaba su partida de bautismo. La única exigencia de Inesiña había sido casarse en el santuario; era devota de aquella Virgen y usaba siempre el escapulario del Plomo, de franela blanca y seda azul. Y como el novio no podía, ¡qué había de poder, malpocadiño!, subir por su pie la escarpada cuesta que conduce al Plomo desde la carretera entre Cebre y Vilamorta, ni tampoco sostenerse a caballo, se discurrió que dos fornidos mocetones de Gondelle, hechos a cargar el enorme cestón de uvas en las vendimias, llevasen a don Fortunato a la silla de la reina hasta e...