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Mostrando entradas de enero, 2025

La cosecha - Angélica Gorodischer

Tenés que ir a la cosecha me dijo el coso que decía que era mi papá pero yo nunca me lo creí porque un papá no le hace a su hija chiquita lo que él me hacía a mí, tenés que ir a la cosecha porque faltan brazos y como sos menor yo cobro por vos así que dejate de la escuela y esas pavadas que no sirven para nada y mañana a las cinco quiero verte levantada. Haraganas de mierda que son todas ustedes y se fue y yo dije ah no a mí nadie me saca de la escuela, nadie pero nadie, qué se cree ese. Pero tuve que ir a la cosecha porque si no el coso se la agarraba con mi mamá y a ella nadie la defiende como no sea yo que estudio y voy a seguir estudiando y el coso puede decir lo que quiera y este año nos toca historia medieval y eso es importante así que de la cosecha ni me hablen. ¿Que qué tiene que ver la historia medieval con la cosecha? Parece que nada, ¿no?, pero eso es porque una no aprendió a pensar como decía la Junípera Robicchini que era por suerte mi profesora de historia y sabía una ba...

El día que fuimos perros - Elena Garro

El día que fuimos perros no fue un día cualquiera, aunque empezó como todos los días. Despertamos a las seis de la mañana y supimos que era un día con dos días adentro. Echada boca arriba, Eva abrió los ojos y, sin cambiar de postura, miró a un día y miró al otro. Hacía ya rato que yo los había abierto y que, para no ver la inmensidad de la casa vacía, la miraba a ella. ¿Por qué no nos habíamos ido a México? Todavía no lo sé. Pedimos quedarnos y nadie se opuso a nuestro deseo. La víspera, el corredor se llenó de maletas: todos huían del calor de agosto. Muy temprano las maletas se fueron en un carricoche de caballos; sobre la mesa quedaron las tazas de café con leche a medio beber y la avena cuajada en los platos. Cayeron sobre las losas del corredor los consejos y las recomendaciones. Eva y yo los miramos desdeñosas. Eramos dueñas de los patios, los jardines y los cuartos. Cuando tomamos posesión de la casa, nos cayó encima un gran peso. ¿Qué podíamos hacer con los arcos, las ventanas...

Entre todas las cosas primero es el mar - Antonio Skármeta

—Entre todas las cosas lo primero es el mar —dijo mi primo—. Y después el sol, y después la noche. Si es eso lo que querías saber, estás despachado. Alcánzame el martillo. Encontré la herramienta bajo los tapabarros del coche. Se la alcancé con prontitud. La cogió y empezó a machacar con golpes breves y violentos un tubo; seguramente el tubo de escape; no entiendo acerca de automóviles. —Es necesario enderezarlo —dijo mientras golpeaba. —No es eso lo que quería saber —repuse. —¿Qué es lo que no querías saber? —Bueno… lo del mar, y después el sol y después el viento —dije. —El viento no. Después del sol, la noche. —Entendido. Pues no era eso. —Veamos —dijo mi primo. —Tú estudiabas literatura. —Bien. Sigue. —Eras el novio de Angélica —agregué. —¿Cómo dijiste? —No me puedes oír si estás golpeando ese tubo todo el tiempo —grité. Sin interrumpir su tarea, se dio vuelta un segundo y me miró. Lu...