Dos noticias: 1. Hoy voy a hablar con mi esposa, tras dos años de no hacerlo; 2. Mi esposa está muerta. Falleció hace dos años, en extrañas circunstancias. Es mi día de descanso y “la cita” es hasta la noche, así que aprovecharé el tiempo para estar en la playa. A Lucía le encantaba el mar. No se metía a nadar, le tenía mucho respeto. Pero daba largas caminatas por la orilla y disfrutaba dejando que las olas le lamieran los pies descalzos. Curiosamente, en una ocasión me dijo que cuando muriera, el último lugar al que le gustaría que arrojaran sus cenizas sería el mar. “Una noche soñé que me moría y lo único que hacía era nadar y nadar en la oscuridad del fondo del océano, como un pez ciego”. No le puse mucha atención en ese momento -nadie toma con seriedad a una persona sana cuando habla de su muerte-, pero ahora lo recuerdo mientras meto unas latas de cerveza en la hielera y tomo un libro para tumbarme a leer bajo el sol. Soy entomólogo forense. Me dedico a estudiar los insectos que ...