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Lejanos - Jorge Eduardo Benavides

A Raúl le encanta la nieve, que es una cosa blanca y deliciosa con la que se podrían hacer sorbetes de limón y helados si pudiéramos comerlos siempre. Lamentablemente, Raúl nunca ha visto la nieve en directo, aunque le gustaría, sobre todo en esta época del año cuando cae en Europa y en algunas regiones de España. Durante el invierno la gente usa abrigo porque hace mucho, pero mucho frío, más que en Lima en todo caso, que es una ciudad gris y triste, especialmente desde que la mamá de Raúl viajó a España para trabajar y mandarles dinero a él y a su padre, que trabajaba en la construcción, aunque en los últimos tiempos se queda en casa, tirado en la cama, mirando al techo y sin construir nada. Raúl también trabaja: vende chicles y cigarrillos en los microbuses, que son como unos autobuses pero más pequeños, y aunque a veces los conductores se enfadan porque dicen que les da la lata a los pasajeros, él siempre se las apaña para subirse y vender algo, nunca mucho, pero lo suficiente como para llevarse a la boca un bocadillo y un zumo. A veces tiene suerte y puede comprarle algo de comer a su llama, porque en el Perú abundan las llamas, que es un animal un tanto estraño, a medias entre el caballo y el camello. Como se sabe, los peruanos descienden de los Incas, un gran pueblo conquistado por los españoles hace mucho tiempo. Mucho antes de que se muriera Franco, que era un señor que estaba todo el día inaugurando pantanos.

Raúl no trabaja demasiado porque asiste a la escuela por las mañanas y luego tiene que hacer sus deberes, tal como se lo prometió a su madre el día en que ella se marchó para España y le pidió que por favor estudiara mucho y que no se volviera un olgazán como su padre. El padre de Raúl, al oír esto, se cabreó que no veas, pero ya era hora de que despegara el avión y todos se abrazaron y lloraron un poco, sobre todo la madre. De manera que los días en que Raúl no quiere estudiar o prefiere quedarse en la calle vendiendo cigarrillos y chicles, de pronto se acuerda de su madre y quiere darse de hostias por olgazán, y se va a casa para hacer los deberes. Raúl escribe en unos cuadernos viejos que le ha regalado la maestra. La maestra también se quiere ir a España, y Raúl siente algo parecido a la pena cuando la maestra habla de aquel país, porque siempre parece que está a punto de irse, tal como hacen muchos hoy en día.

Raúl estraña a su madre sobre todo por estas fechas, cuando se acerca la Navidad y camina por el centro de Lima, que es la capital del Perú, pegando la cara a los escaparates luminosos, donde hay una gran cantidad de juguetes que jamás podrá comprar. Ya ni siquiera se atreve a insinuárselo a su padre, porque este se cabrea siempre, y coge su llama y ¡hala!, se va a buscar trabajo en la construcción y vuelve por las noches más enfadado que nunca porque no tienen dinero. El padre de Raúl también se pone un poco triste en Navidad, y se sienta a la mesa durante horas, sin decir nada, mirando el halmanaque porque sabe que a fin de mes llegará el dinero que les envía la madre desde España. Con ese dinero pueden vivir, aunque nunca es mucho, claro. La madre de Raúl siempre le escribe y en la última Navidad le envió además un regalo, una camiseta de Ronaldo.

A Raúl le gusta mucho recibir carta de su madre, le gusta olerla un poco antes de abrirla y luego la lee muchas veces, tumbado en su cama, hasta que casi se la aprende de memoria. En sus cartas, la Madre de Raúl siempre le cuenta cosas de España, donde ella trabaja como señora de la limpieza, en casa de unos señores. Él es abogado y ella es profesora. Al principio, la madre de Raúl lloraba mucho porque estrañaba a su hijo y también a su marido, aunque sea un poco olgazán. Ahora ya no llora tanto porque han pasado tres años y aunque siempre piensa en ellos dos, en las ganas que tiene de ir a verlos, sabe que es lo mejor para todos, que al menos así Raúl tiene para comer y para comprarse zapatos y darle de comer a su llama. La Madre de Raúl está ahorrando dinero para poder pagarle el pasaje de avión a Raúl y a su padre. Así todos estarán juntos, especialmente ahora que se acerca la Navidad. Ellos viven separados y esto es totalmente hinjusto.

—Mamá: ¿injusto es con hache?

—No, sin hache.

Paco mira por la ventana y suspira. Está cayendo la nieve a raudales y seguro que Curro y Manolo estarán jugando felices mientras que él tiene que terminar la tarea que le pidieron en clase y que no ha terminado aún por estar pensando en la Navidad. La Navidad es una época especialmente feliz en España: las calles se engalanan con infinidad de luces y guirnaldas, la gente camina apresurada haciendo sus compras y todos reciben regalos ya que además de los tradicionales Reyes Magos en los últimos tiempos también tienen a Papá Noel, de manera que la Navidad se inunda de obsequios: carritos de juguete, soldaditos, nintendos, computadoras. Y nunca faltan los dulces ni la comida. Aquí nadie se muere de hambre y todos tienen abrigos para el frío y en verano se marchan a la playa en sus autos particulares. Allí juegan, beben vino y comen paella, que es un arroz especial y amarillo. También disfrutan del jamón y la tortilla de papas, platos típicos muy sabrosos.

En España todos tiene trabajo y viven felices, en casas propias y no importa que haga frío ni que caiga una lluvia tremenda, porque siempre tienen calefacción y comida caliente. España no es tan grande como el Perú, pero son muchos más habitantes y por eso pudieron conquistar toda América, menos Estados Unidos, que es más grande y la gente habla inglés, por eso no se les entiende. El asunto es que en España la Navidad es la mejor del mundo, y Paco, después de hacer su composición sobre esta fecha tan señalada, se irá al parque a jugar. Como vive en Madrid, le gusta sobre todo jugar a lanzarse bolas de nieve con sus amigos y luego irse a esquiar o a patinar. También va a jugar a la pelota y luego regresa a casa y come pasteles y turrones todo el tiempo.

El papá de Paco es torero y la mamá es andalusa. Como tienen mucha plata pueden hacerse todos los regalos del mundo cuando llega la Navidad, y también se van de viaje cuando les provoca. A Paco le gusta ir al pueblo de sus abuelos, que son jubilados y tienen a la Seguridad Social para sus achaques, y cuando sus papás no pueden llevarlo, él agarra el metro y en diez minutos está en Barcelona, en Real Valladolid o en Sporting de Gijón, que son otras ciudades de España, muy limpias y cuidadas y cada una tiene su propio equipo de fútbol, aunque Paco es del Real Madrid, donde juega Ronaldo, Raúl y Sidane, que son unos jugadorasos que ya quisieran Alianza Lima o Universitario de Deportes.

A Paco también le gustan mucho los toros, como a todos los españoles, y de grande quiere ser torero, igual que su padre. O futbolista, aunque en España hay más toreros que futbolistas, y por eso se llevan de Sudamérica a los buenos futbolistas. Esta Navidad Paco va a pedirles a sus papás un traje de torero, y se va a ir a practicar al campo de toros que queda muy cerca del parque donde juega al fútbol con sus amigos. Pero los papás de Paco le harán otros muchos regalos y después viajarán por toda España divirtiéndose de lo lindo y lo pasarán súper bien. Como los padres de Paco son muy buenos, segurito se llevarán también a la señora peruana que les hace la limpiesa, la comida y todo lo que necesitan. A esta señora la tienen en casa desde hace tres años y ellos dicen que es una suerte y ella también dice que es una suerte porque podría haberle tocado otra gente, que no paga bien y explota a los inmigrantes y a veces hasta los matan. Pero ellos no son así. Ellos saben que esta señora es peruana y que tiene un hijo de la edad de Paco, un hijo al que extraña mucho, sobre todo ahora que se acerca la Navidad, que es una fecha en que la familia debe estar unida. A ellos, el que ésta señora viva tan lejos de los suyos, les parece algo totalmente hinjusto.

—Papá, ¿injusto es con hache o sin hache?

—Sin hache. Creo.


En resonancias.org [157], 2009

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